Nos gusta mucho este Timeline que protagoniza Rolando Hinojosa-Smith en Numerocero.
AÑOS 30
“Provengo de una familia de lectores, mis padres se leían uno al otro. Mi madre, Carrie Effie Smith, era anglo americana, pero hablaba y escribía bien, tanto en español como en inglés. De mi parte, yo era el menor de la familia; de los cinco, cuatro nos dedicamos a la enseñanza. Mi madre me enseñó el alfabeto en español y a los tres o cuatro años leía cuentos o periódicos que mi padre compraba en Matamoros, Tamaulipas. Mi pueblo natal, Mercedes, Texas, queda a unos ocho kilómetros del Río Grande (en México se le llama el Río Bravo) y desemboca en el golfo mexicano.”
AÑOS 40
“En el tercer año de secundaria sosteníamos concursos en los cuales uno escribía cuentos y ensayos. La biblioteca conserva cinco piezas mías. El primer cuento que escribí en español tomó lugar en Arteaga, Coahuila, aldea montañosa de 1200 habitantes, donde pasaba los veranos con una familia méxico-texana. El cuento habla de dos campesinos que tratan de huir de la leva durante la Revolución Mexicana de 1910. Fallecen al tratar de evadirla. Contaba con quince años de edad; el tema surgió ya que de niño prestaba atención a las conversaciones de la gente mayor, muchos de los cuales habían participado en la Revolución. El cuento lo perdí, pero no me acuerdo cuándo ni dónde.”
“A la edad de diecisiete años, con permiso de mis padres, me presenté de voluntario, en 1946. Serví 16 meses y después de mi licencia me inscribí en la universidad de Texas en Austin. Estudie año y medio y en el año 49, volví al ejército.”
AÑOS 50
“Pasé unos meses en Japón y en junio de 1950 estalla la guerra en Corea. Participé en la primera batalla (Task Force Smith) donde sufrimos 188 bajas y treinta y pico que cayeron prisioneros. Pocos meses después, descubrimos sus cadáveres; habían sido asesinados por los norcoreanos. Un balazo en la nuca. Me licencié 19 meses después y volví a la universidad. Dado mi servicio militar, el gobierno nacional me proporcionó 48 meses de estudios universitarios; se encargaba de todos los gastos además de un estipendio de 75 dólares mensuales. Trabajaba en una de las bibliotecas y eso también me ayudó a pasarla cómodamente. Leía de todo y, como compartí un apartamento con dos chicos brasileños, estudié el idioma portugués formalmente, además de hablarlo de diario.”
Más en la página de Numerocero.