Archivo de la categoría: LOS CASTELLANOS

Los castellanos en Qué Leer

Milo J. Krmpotic escribe esta reseña de Los castellanos, de Jordi Puntí, en exclusiva para la web de Qué Leer, más en la página.

“La infancia es una ficción”, sostiene Jordi Puntí en el epílogo a esta obra. A lo que cabría añadir: una metaficción, también, pues la invención se genera tanto sobre el terreno como desde la distancia cronológica y, por mutable en ambos casos, se acaba traduciendo en un work in progress de posibilidades quizá finitas, pero ciertamente numerosas. Ligado a esa variable doble aparece el tema de la identidad, generada tantas veces en torno a una encrucijada: se comienza a ser donde los otros acaban, por imitación en un eje vertical y por oposición en el horizontal. Circunstancia que, en lo que a Puntí respecta, se traduce en su condición de catalano-manlleuense frente a una inmigración española amontonada en el saco de “los castellanos”. Desde el título mismo, pues, vemos primar esa cualidad dicotómica. Y, no sea cosa de que nos despistemos, el primer capítulo lleva por lema “Descripción del campo de batalla”. Pero, pese a la consiguiente lluvia de pedradas, que nadie se rasgue las vestiduras, porque no hay aquí apología nacionalista de ningún tipo. Sí, por el contrario, con una prosa clara pero sugerente (y desde una inteligencia emocional capaz de escapar al principal enemigo de los recuentos autobiográficos: la nostalgia), damos con un retrato sincero y entrañable, reconocible lo mismo que privado, inclusivo en cuanto invita a la reflexión y el debate desde nuestros propios parámetros y experiencias. Notable propuesta que, por sembrada en lo particular y cosechada en lo universal, merecería una adscripción espiritual a cierto gran nombre del periodismo (y dietarismo) catalanes.

Xordica en Andalán

En Andalán hablan de Los castellanos, de Jordi Puntí, y de Solo si te mueves, de Aloma Rodríguez.

Xordica ha consagrado en su sólo aparente minimalismo el buen olfato, el buen hacer. Y en esa línea ha publicado una nueva novela de Aloma Rodríguez, “Solo si te mueves”, que confirma su excelente visión y transmisión de la realidad en circunstancias infrecuentes. Es el caso, fuertemente autobiográfico aunque no falto de imaginación, de la protagonista, que trabaja un verano en Dinópolis, en Teruel, y diseca a la perfección el mundo de los allí contratados para diversas tareas turísticas y de entretenimiento del ocio ajeno, mientras su mundo se tambalea, replantea, muestra. Teruel tiene así, con este libro, un emblema de modernidad, un referente.

Aloma-Rodríguez

Otro buen regalo de Chusé Raül Usón: “Los castellanos”, de Jordi Puntí, un libro (de nuevo las apariencias, sencilla y casi tópica, pero genial) que muestra, en un caleidoscopio de relatos sobre las afueras de una ciudad residencial del entorno de Barcelona, en las que conviven, sólo retóricamente enfrentados, catalanes pobres y pobres emigrantes. La nostalgia y ternura con que son descritas esas comunidades a través de las bandas de chicos, el mundo de los bares y tiendas, los domingos, las costumbres, refleja una realidad llena de claves, que perdurará cuando acercándose al centro urbano principal, pasadas dos o tres décadas, se mire hacia lo que pudo parecer guerra y era juego, desprecio y era admiración, unos y otros.

Los-castellanos

Jordi Puntí en Bodega Tuyus

Jordi Puntí charla con Miqui Puig de música, libros, cómo escribe, etc. y le pone algunas canciones en el programa de radio Xarxa Bodega Tuyus.

Puedes escuchar la charla aquí.

La foto está tomada de aquí.

Los castellanos, de Jordi Puntí en la apuesta del día de Zona de Obras

El domingo, Los castellanos, de Jordi Puntí fue la apuesta del día de Zona de Obras.

Esto es lo que escribieron:

El catalán Jordi Puntí obtuvo con su novela Maletas perdidas(2010) el Premio Lletra d´Or y el Premio Nacional de la Crítica de narrativa en catalán. Con Los castellanos investiga ahora la Cataluña profunda de los años setenta, receptora de miles de inmigrantes del sur de la península, definidos en algunos puntos con el apelativo que da título a la novela. Puntí, que en un impulso autobiográfico se sitúa en el bando de los catalanes, describe la rivalidad permanente de las pandillas de muchachos de una y otra procedencia en cierta localidad industrial del interior catalán… que se extiende por la vía de la connivencia a los adultos. El autor aclara que en medio del conflicto también hay lugar para los encuentros en lugares comunes: el pinball del bar, la piscina de verano o el cine. No obstante, se describe un ambiente similar a La guerra de los botones, pero en época más reciente y con los contendientes mezclados en un mismo punto demográfico: es aquella una vecindad agresiva dentro del núcleo urbano, que marca el primer contacto real de los chavales con las servidumbres de la mezquindad humana.

Jordi Puntí en El ojo crítico

Jordi Puntí estuvo ayer en El ojo crítico.

La foto de Jordi Puntí está tomada de aquí.

Jordi Puntí en A vivir, de la Cadena Ser

Los castellanos, de Jordi Puntí, fue el libro protagonista en el club de lectura de «A vivir», de la Cadena Ser, el pasado sábado.

Aquí el paso de Jordi Puntí por el programa.

Jordi Puntí lee un fragmento de Los castellanos

Para cerrar la presentación de Los castellanos en Portadores de sueños, Jordi Puntí leyó un fragmento del libro.

El vídeo es cortesía de Eva Cosculluela, librera de Portadores de sueños.

Una entrevista con Jordi Puntí

 

JORDI PUNTÍ PRESENTÓ AYER EN LOS PORTADORES DE SUEÑOS ‘LOS CASTELLANOS’

 

«A pesar de inculcarnos la diferencia, éramos muy iguales»

El libro plasma la emigración desde el sur hacia un pueblo catalán, a partir de la infancia del autor

E. SANTORROMÁN 16/03/2013

«El primer paso de este libro fue el escribir una serie de artículos para una revista catalana, L’ Avenç, que tenían que ver con mi memoria personal. En ese momento estaba escribiendo Maletas perdidas y había un personaje, un hombre andaluz, que se había ido a vivir al extrarradio de Barcelona y pensé que podía contar la historia de cuando llegaban los andaluces a mi pueblo (Manlleu). A través de estos recuerdos de infancia podía relatar esa situación», rememora el escritor Jordi Puntí. El autor presentó ayer su último libro,Los castellanos, en la librería zaragozana Los portadores de sueños.

 

EMIGRACIÓN En la obra, el lector se trasladará a un pequeño pueblo de la provincia de Barcelona, Manlleu, a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta, cuando emigrantes del sur de España se desplazaban a zonas industriales. El nombre del libro tiene que ver con la forma en que sus habitantes llamaban a los forasteros que no procedían de Cataluña, independientemente de si fueran o no castellanos. «La mayoría eran de Murcia, de Extremadura o de Andalucía pero la gente les llamaba así porque hablaban en castellano y porque era también una forma de simplificar», explica Puntí. Y puntualiza que «era dar un nombre a algo desconocido, alguien que viene de fuera, del que tienes un cierto recelo».

El libro cuenta las anécdotas que surgían con la convivencia de los niños que vivían allí, así «un día nos peleábamos, otro día jugábamos un partido de fútbol, otro discutíamos o nos ignorábamos», a pesar de que ambas comunidades no hacían su vida conjuntamente y se evitaban.

Pero hay una cuestión de fondo que subyace en el libro: «Como niños vivimos la infancia como una ficción y conviertes cada momento de juego como en una película de aventuras». Para Jordi Puntí: «Los tópicos se perpetuaban en las situaciones por acudir a esos lugares comunes, para marcar las diferencias entre unos y otros». «Cuando uno se va de la tierra en la que ha nacido y va a parar a otro sitio la identidad se forja a partir de los otros, lo que es terrible», matiza.

Pero sí había puntos de encuentro donde los niños jugaban a soñar, independientemente de su procedencia, como en un quiosco de chucherías y regalos de Manlleu: «A pesar de que querían inculcarnos esta diferencia, éramos todos muy iguales, porque los referentes culturales populares eran los mismos». Y confiesa que «los catalanes nos reflejábamos más en ellos, envidiábamos la libertad que tenían». A pesar de venir de lugares distintos, había un algo compartido en la infancia.

(Ver entrevista)